Cuento «El Gusano Genio»


Literatura a granel de mi propia inspiración, dedicados a los que con musas inconclusas, tienen la valía de publicar las ideas que deambulan su mentalidad sideral.

Arco[i]riografía






En las entrañas de un bosque frondoso y húmedo, habitaba un gusano llamado Guillo. A diferencia de sus hermanos gusanos, que se arrastraban por la tierra buscando comida sin mayor ambición, Guillo poseía un espíritu inquieto y un anhelo por algo más que simples hojas.

Guillo soñaba con surcar los cielos, con sentir el viento en sus antenas y contemplar el mundo desde las alturas. Observaba con fascinación el vuelo de las mariposas, esas criaturas aladas que parecían bailar entre las flores, libres y sin ataduras.

Un día, mientras Guillo se alimentaba de una jugosa hoja verde, un destello de luz lo cegó por un instante. Al recuperar la visión, se encontró frente a una pequeña ánfora de barro que no había visto antes. Intrigado, se acercó con cautela y olfateó la superficie. De pronto, un humo multicolor brotó del ánfora, formando un remolino que lo envolvió por completo.

Cuando el humo se disipó, Guillo se encontró frente a un ser diminuto, pero con una presencia imponente. Era un genio, con barba larga y ojos que brillaban con sabiduría. El genio, con una voz grave y resonante, le dijo a Guillo:

– «Pequeño gusano, has despertado mi curiosidad. Tu mirada refleja un anhelo que no es común en tu especie. Por ello, te concederé tres deseos. Pide con cuidado, pues tus deseos serán realidad.»

Guillo, sin dudarlo, exclamó:

– «¡Mi primer deseo es convertirme en una mariposa, en una criatura hermosa y libre que pueda volar por los cielos!»

En un abrir y cerrar de ojos, Guillo sintió una transformación radical. Su cuerpo se alargó, se cubrió de escamas iridiscentes y sus antenas se transformaron en delicadas alas. Ahora era una mariposa de una belleza sin igual.

Lleno de alegría, Guillo emprendió su vuelo, explorando cada rincón del bosque desde lo alto. Sin embargo, al intentar regresar a su hogar dentro del tronco de un viejo roble, se dio cuenta de que ya no cabía por la pequeña abertura.

Desesperado, Guillo recordó que aún tenía dos deseos. Rápidamente, pidió al genio:

– «Mi segundo deseo es poder cambiar de tamaño a mi voluntad. Así podré entrar y salir de mi hogar cuando lo desee.»

El genio le concedió su deseo, y Guillo pudo finalmente regresar a su hogar. Sin embargo, la soledad comenzó a invadirlo. Extrañaba la sensación de libertad y la belleza del mundo exterior.

Para su último deseo, Guillo pidió algo que lo llenaría de compañía y alegría:

– «Deseo tener la capacidad de crear otras mariposas como yo, para que juntos podamos llenar el bosque de colores y alegría.»

El genio, conmovido por la bondad de Guillo, le concedió su deseo. Guillo, rebosante de felicidad, comenzó a crear mariposas de todos los colores y tamaños, poblando el bosque de una belleza sin igual.

Desde ese día, Guillo, el gusano que se convirtió en genio, vivió rodeado de amigos y llenó el bosque de alegría con su bondad y su espíritu libre.

Su historia se convirtió en una leyenda, inspirando a todas las criaturas del bosque a perseguir sus sueños y creer en el poder de la transformación.







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